El juego se consuma y se repite varias veces en una larga noche. Ella agradece en su fuero interno que no se trate de ese hombre que entiende este tipo de encuentros como una manifestación de superioridad y, como mínimo, exige una posición de entrega y de sumisión casi obscena moralmente, valga la precisión, o que a veces llega al trato de palabra con insultos y menosprecios, con conductas humillantes, las que a veces llegan al maltrato físico. Esa compenetración propicia, en este caso, una comunicación especial, como evocación o parábola de lo que podría ser una auténtica relación amorosa. La situación se ve favorecida por las caricias del oficial, sus miradas, sus halagos y sus palabras de agradecimiento por el placer proporcionado. En ese clima Julián no puede evitar la pregunta: - ¿Y cómo una mujer como tú, tan bella y tan gentil, de tan buenas maneras y con tanto tacto y sensibilidad ha venido a dar en un sitio como éste? Ella le explica su pasado de hamb...