Ir al contenido principal

Una discusión sobre el ferrocarril en el ambigú

Fragmento del capítulo de Caradoc dedicado a la inauguración del Teatro de los Infantes, el actual Teatro Romea. La escena se desarrolla en el ambigú, al terminar la representación. Son protagonistas el propio John Caradoc, Lord Howden, Joaquina Plana, Félix Zabálburu Besaba y Edgard Young.

Boceto de ilustración para esta escena, de Fulgencio Saura Mira.

Ha concluido la función. La reina y su cortejo se desplazan a los camerinos, a saludar y a felicitar a los artistas. Julián Romea, que ha venido expresamente para actuar ha interpretado el papel principal, el de Félix, en La cruz del matrimonio, de Aguilaz. Algunos han hecho chistes a propósito del rey consorte. No se sabe muy bien si la cruz la lleva la reina, o la lleva él, aunque en este caso más que la cruz serían otras cosas las que llevaría, aventuran algunos.

 En el ambigú se ha instalado un mobiliario y utilerías adecuados para que, a los que quieran, se les pueda servir vinos y licores, y allí la gente pueda conversar. Los camareros circulan vestidos de gala portando bandejas. Se ha reservado este espacio para los asistentes de palcos. Los que no están invitados salen directamente a la plaza donde, por cuenta del ayuntamiento y de la corona, se reparten viandas y vino al tiempo que una orquestina interpreta sones populares de música bolera, jotas y parrandas, así como piezas de Zarzuela que tienen como motivo la ciudad.

− Señoría −interviene Félix− ya supongo que vuecencia será conocedor del trazado definitivo del ferrocarril y de la concesión de las obras de la estación de Murcia.

 − Sí, bueno −interviene Caradoc− No puede ser de otra forma. En la parte que viene de Cartagena, como sabes, supongo que ya lo habrás visto con detalle, el tendido ya está hecho para que su majestad lo haya podido inaugurar en su visita.

− Señor, es muy generoso atribuyéndome esa bondad y esa candidez, pero usted sabe que ese tendido y esa estación no tienen mayor entidad que las vías y las vagonetas que yo mando instalar para sacar los minerales y llevarlos a la fundición o al embarcadero. Es algo absolutamente provisional y efímero. Lo único cierto es que el trazado en esa parte ya está decidido y tampoco se puede decir que sea el definitivo. De hecho, esas vías no serán por las que circulen los trenes. Sirven para que haya venido la reina de Cartagena y luego se desmontarán. El tendido no tiene consistencia para el servicio y el tráfico que se requerirá con el tiempo.

» Hay otra cuestión que ni me atrevo a decir. Bueno más que una cuestión particular es un planteamiento para el paso y el acceso por ferrocarril a Murcia. Ni se me ocurre decirlo a mis hermanos y mucho menos hacerlo llegar a quienes tienen poder y capacidad de decidir. Lo tomarían como una locura.

» La cuestión que planteo es: ¿Realmente sabemos cómo se está haciendo hoy las estaciones de ferrocarril de las grandes ciudades en general, en Europa y supongo que en América? ¿Sabemos cómo se están construyendo los edificios públicos, que alojan o permiten el tránsito de multitudes? Se hacen de hierro, con grandes bóvedas de hierro y a veces de vidrio o de cerámica. Raras veces de madera, es fácil pasto de las llamas. El arte tiene que abrirse camino en esas construcciones con esos materiales. Eso fue lo que aprendí de Henri Labrouste, a donde vuecencia envió a otros con tan poco provecho. Y una construcción así podría haber sido lo que Murcia debiera haber recibido, una estación terminal en el centro de la ciudad con una fachada noble dando a ella, con una bóveda protegiendo los andenes. Como ustedes han visto en Liverpool, en Kings Cross, en Bayona o en Saint Lazare. Son los monumentos del futuro, del presente ya, deberíamos decir realmente. Los artistas los reproducirán como hoy lo hacen con las fachadas góticas o barrocas. Dejará de ser algo funcional o frío, como las naves industriales, para ser las modernas catedrales de la época que empieza…

− Pero ¿cómo, querido Félix, quiere usted que en esta humilde ciudad haya algo así? ¿Cómo se va a financiar? ¿Dónde se va a hacer? La gente sencilla de aquí no quiere monumentos, quiere un sitio más o menos cómodo o funcional donde montarse o donde cargar y descargar mercancías. Por lo demás Murcia es una ciudad de paso. La estación debe estar al borde de la vía, con una parte por donde entran los trenes y por donde salen.

− Ya he pensado en ello. El trazado previsto actualmente llegaría de Madrid más o menos siguiendo la ribera derecha del Río Segura. Por supuesto siguiendo un trazado lo más recto posible, sin ajustarse a los meandros ni a las curvas del río. El de salida hacia Cartagena, por el que anteayer vino la reina, a partir de Torreagüera, o desde Alquerías, hacia Murcia sigue un camino paralelo al canal del Reguerón. Se podría unir pues Alcantarilla con la parte más cercana al Reguerón, siguiendo el trazado del llamado camino de los romanos y la voz negra hasta la pedanía de San Ginés. Y desde allí continuar por el borde del Reguerón. Ese terreno sería muy fácil de expropiar, no hay casas, es terreno de influencia del río. Por lo demás, el tendido serviría de dique de contención mejor que los trenques de barro que ahora hay. En definitiva, habría un trazado distante, en el sitio más cercano, unos tres kilómetro de la ciudad ¿Eso qué es, en comparación con los beneficios obtenidos? Ese punto sería en el conocido como Camino de la Fuensanta, cerca de su torre. Allí podría arrancar una vía de penetración radial a la ciudad, hasta cerca de la Iglesia de El Carmen y allí construir una estación con las características que le digo. Además, con ello se conseguiría que los trenes con mineral o de carga procedentes de Cartagena no pasarán por la ciudad. Y sobre todo que ésta no quedase cercenada en su crecimiento futuro por el sur.

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Capítulo 1.- Diciembre de 1972. El cuadro de Lawrence.

El Verdolay es una zona residencial antigua, a las afueras de Murcia, en la falda de la sierra, donde vive una burguesía discreta y tradicional. La casa donde nos situamos es uno de esos chalets que, sin desentonar con los existentes de épocas anteriores, de  principio de siglo hasta los años cincuenta la mayoría, ponen de manifiesto por sus trazas y materiales de construcción  que se han hecho a expensas del dinero obtenido de los negocios, principalmente de la construcción de los años sesenta y setenta. El estilo de la piedra caliza junteada con cemento, la traza de las cubiertas de hormigón según un plano inclinado, las chimeneas exentas o adosadas al edificio, y las piscinas de hormigón proyectado los delata. De entre ellos destaca el que nos ocupa. Por sus tejados a dos aguas con buhardillas, su atrio y la exuberancia de su vegetación.  Pero sobre todo por la nota culta, al menos en apariencia, que pone el letrero, de hierro pintado, en el arco sobre su p...

Parte segunda. Capítulo 3

El encuentro      Continuamos con la segunda parte. Tras el capítulo dedicado a Pepa la Malagueña y el salto en el tiempo que supone la subasta del cuadro de Lawrence en Madrid, volvemos al verano de 1858, a la caída en desgracia y subsiguiente llegada de Caradoc a Cartagena, donde es acogido por su amigo Andrés Pedreño Torralba.      En un ambiente de absoluto quebranto narramos cómo y dónde se produce su encuentro con Joaquina      En 1856 decayó el interés de Isabel por el embajador Howden. O’Donnell la tenía más concentrada en su persona y más aislada de otros temas y personajes que no fueran de su interés, lo hacía a través de elaboradas intrigas y con la ayuda de las cortesanas adictas a él.   Sin embargo, la vida en la corte fluye rápida en función de la vida nacional, que se concentra en Madrid, y de sus avatares. O’Donnell es el típico militar decimonónico, con los rasgos, característicos en esa época, de líder viri...

Capítulo 7.- Joaquina Plana Riquelme

Noviembre de 1823 Joaquina ha pasado toda la mañana al lado del cadáver de su padre, Pepe Plana Ortiz, junto a su madre Josefina Riquelme Soler. A pesar de sus nueve años de edad percibe el alcance de lo que sucede. De vez en cuando le aborda la idea de que no verá más al que ha sido protector y referencia para ella. Y eso le hace llorar sin ruido, apenas con sollozos. La pobreza y la vida en precario ha mantenido unida a la familia. La atribución de responsabilidades que le han hecho para  la atención a sus hermanos menores, es la segunda y son seis en total, ha forjado una unión natural entre sus padres, sus hermanos y ella. Atribución que ha asumido como algo necesario y natural. El vínculo con su padre se ha producido, por una parte, como la necesidad de protección en un entorno duro y adverso, en el que no siempre se tenía ni lo elemental para el sustento, y por otra parte como consecuencia del roce cotidiano, de las palabras, los gestos o las caricias que consti...